Fe y Mensaje Bautistas 2000
Continuando
con el plan de buscar y dar a conocer la fe y creencias bautistas, a continuación los
dejo invitados a leer el documento “Fe y Mensaje Bautista” elaborado por los
hermanos de la Convención Bautista del Sur, USA. (SBC: Southern Baptist Convention, por sus siglas en ingles). Esta convención, quizás sea hoy la organización
bautista más grande del mundo y la denominación protestante más numerosa en los
Estados Unidos.
Fe
y Mensaje Bautistas 2000
I.
Las
Escrituras
La Santa Biblia
fue escrita por hombres divinamente inspirados y es la revelación que Dios hace
de sí mismo al hombre. Es un tesoro perfecto de instrucción divina. Tiene a
Dios como su autor, su propósito es la salvación, y su tema es la verdad, sin
mezcla alguna de error. Por tanto, toda la Escritura es totalmente verdadera y
confiable. Ella revela los principios por los cuales Dios nos juzga, y por
tanto es y permanecerá siendo hasta el fin del mundo, el centro verdadero de la
unión Cristiana, y la norma suprema por la cual toda conducta, credos, y
opiniones religiosas humanas deben ser juzgadas. Toda la Escritura es un
testimonio de Jesús, quien es Él mismo el centro de la revelación divina.
Éxodo 24.4;
Deuteronomio 4.1-2; 17.19; Josué 8.34; Salmos 19.7-10; 119.11, 89, 105, 140;
Isaías 34.16; 40.8; Jeremías 15.16; 36.1-32; Mateo 5.17-18; 22.29; Lucas 21.33;
24.44-46; Juan 5.39; 16.13-15; 17.17; Hechos 2.16 y sgts.; 17.11; Romanos 15.4;
16.25-26; 2 Timoteo 3.15-17; Hebreos 1.1-2; 4..12; 1 Pedro 1.25, 2 Pedro
1.19-21.
[*Sitio original de la fotografía: http://s7d9.scene7.com/is/image/LifeWayChristianResources/001133354?$FigureLarge$]
II.
Dios
Hay un Dios, y
solo uno, viviente y verdadero. Él es un Ser inteligente, espiritual y
personal, el Creador, Redentor, Preservador y Gobernador del universo. Dios es
infinito en santidad y en todas las otras perfecciones. Dios es todopoderoso y
omnisciente; y su perfecto conocimiento se extiende a todas las cosas, pasadas,
presentes y futuras, incluyendo las decisiones futuras de sus criaturas libres.
A Él le debemos el amor más elevado, reverencia y obediencia. El Dios eterno y
trino se revela a sí mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo, con distintos
atributos personales, pero sin división de naturaleza, esencia o ser.
A. Dios el Padre
Dios como Padre reina con cuidado providencial sobre
todo su universo, sus criaturas, y el fluir de la corriente de la historia
humana de acuerdo a los propósitos de su gracia. Él es todopoderoso,
omnisciente, todo amor, y todo sabio. Dios es Padre en verdad de todos aquellos
que llegan a ser sus hijos por medio de la fe en Cristo Jesús. Él es paternal
en su actitud hacia todos los hombres.
Génesis 1.1;
2.7; Éxodo 3.14; 6.2-3; 15.11 y sgts.; 20.l y sgts.; Levítico 22.2;
Deuteronomio 6.4; 32.6; 1 Crónicas 29.10; Salmos 19.1-3; Isaías 43.3,15; 64.8;
Jeremías 10.10; 17.13; Mateo 6.9 y sgts.; 7.11; 23.9; 28.19; Marcos 1.9-11;
Juan 4.24; 5.26; 14.6-13; 17.1-8; Hechos 1.7; Romanos 8.14-15; 1 Corintios 8.6;
Gálatas 4.6; Efesios 4.6; Colosenses 1.15; 1 Timoteo 1.17; Hebreos 11.6; 12.9;
1 2 Pedro 1.17; 1 Juan 5.7.
B. Dios el Hijo
Cristo es el Hijo eterno de Dios. En su encarnación
como Jesucristo fue concebido del Espíritu Santo y nacido de la virgen María.
Jesús reveló y cumplió perfectamente la voluntad de Dios, tomando sobre sí
mismo la naturaleza humana con sus demandas y necesidades e identificándose
completamente con la humanidad, pero sin pecado. Él honró la ley divina por su
obediencia personal, y en su muerte sustituta en la cruz, Él hizo provisión
para la redención de los hombres del pecado. Él fue levantado de entre los
muertos con un cuerpo glorificado y apareció a sus discípulos como la persona
que estaba con ellos antes de su crucifixión. Él ascendió a los cielos y está
ahora exaltado a la diestra de Dios donde Él es el Único Mediador,
completamente Dios, completamente hombre, en cuya Persona se ha efectuado la
reconciliación entre Dios y el hombre. Él volverá con poder y gloria para
juzgar al mundo y consumar su misión redentora. Él mora ahora en todos los
creyentes como el Señor vivo y omnisciente.
Génesis 18.1 y sgts.;
Salmos 2.7 y sgts.; 110.1 y sgts.; Isaías 7.14; 53; Mateo 1.18- 23; 3.17; 8.29;
11.27; 14.33; 16.16,27; 17.5; 27; 28.1-6,19; Marcos 1.1; 3.11, Lucas 1.35;
4.41; 22.70; 24.46; Juan 1.1-18,29; 10.30,38; 11.25-27; 12.44-50; 14.7-11;
16.15-16,28; 17.1-5,21-22; 20.1-20,28; Hechos 1.9; 2.22-24; 7.55-56; 9.4- 5,20;
Romanos 1.3-4; 3.23-26; 5.6-21; 8.1-3,34; 10.4; 1 Corintios 1.30; 2.2; 8.6;
15.1-8, 24-28; 2 Corintios 5.19-21; 8.9; Gálatas 4.4-5; Efesios 1.20; 3.11;
4.7-10; Filipenses 2.5-11; Colosenses 1.13-22; 2.9; 1 Tesalonicenses 4.14-18; 1
Timoteo 2.5-6; 3.16; Tito 2.13-14; Hebreos 1.1-3; 4.14-15; 7.14-28; 9.12-15,
24-28; 12.2; 13.8; 1 Pedro 2.21-25; 3.22; 1 Juan 1.7-9; 3.2; 4.14-15; 5.9; 2
Juan 7-9; Apocalipsis 1.13-16; 5.9-14; 12.10-11; 13.8; 19.16.
C. Dios, el Espíritu Santo
El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios,
completamente divino. Él inspiró a santos hombres de la antigüedad para que
escribieran las Escrituras. Mediante la iluminación Él capacita a los hombres
para entender la verdad. Él exalta a Cristo. Él convence a los hombres de
pecado, de justicia, y de juicio. Él llama a los hombres al Salvador, y efectúa
la regeneración. En el momento de la regeneración Él bautiza a cada creyente en
el Cuerpo de Cristo. Él cultiva el carácter cristiano, conforta a los
creyentes, y les da los dones espirituales por medio de los cuales ellos sirven
a Dios mediante su iglesia. Él sella al creyente para el día de la redención
final. Su presencia en el cristiano es la garantía de que Dios llevará al
creyente hasta alcanzar la plenitud de la estatura de Cristo. Él ilumina y da
poder al creyente y a la iglesia en adoración, evangelismo, y servicio.
Génesis 1.2;
Jueces 14.6; Job 26.13; Salmos 51.11; 139.7 y sgts. Isaías 61.1-3; Joel
2.28-32; Mateo 1.18; 3.16; 4.1; 12.28-32; 28.19; Marcos 1.10,12; Lucas 1.35;
4.1, 18-19; 11.13; 12.12; 24.49; Juan 4.24; 14.16-17,26; 15.26; 16.7-14; Hechos
1.8; 3 2.1-4,38; 4.31; 5.3; 6.3; 7.55; 8.17,39; 10.44; 13.2; 15.28; 16.6;
19.1-6; Romanos .9-11,14-16,26-27; 1 Corintios 2.10-14; 3.16; 12.3-11,13;
Gálatas 4.6; Efesios 1.13-14; 4.30; 5.18; 1 Tesalonicenses 5.19; 1 Timoteo
3.16; 4.1; 2 Timoteo 1.14; 3.16; Hebreos 9.8,14; 2 Pedro 1.21; 1 Juan 4.13;
5.6-7; Apocalipsis 1.10: 22.17.
III.
El
hombre
El hombre es la
creación especial de Dios, hecho a su propia imagen. Él los creó hombre y mujer
como la corona de su creación. La dádiva del género es por tanto parte de la
bondad de la creación de Dios. En el principio el hombre era inocente y fue
dotado por Dios con la libertad para elegir. Por su propia decisión el hombre
pecó contra Dios y trajo el pecado a la raza humana. Por medio de la tentación
de Satanás el hombre transgredió el mandamiento de Dios, y cayó de su estado
original de inocencia, por lo cual su posteridad heredó una naturaleza y un
ambiente inclinado al pecado. Por tanto, tan pronto como son capaces de
realizar una acción moral, se convierten en transgresores y están bajo
condenación. Solamente la gracia de Dios puede traer al hombre a su
compañerismo santo y capacitar al hombre para que cumpla el propósito creativo
de Dios. La santidad de la personalidad humana es evidente en que Dios creó al
hombre a su propia imagen, y en que Cristo murió por el hombre; por lo tanto,
cada persona de cada raza posee absoluta dignidad y es digna del respeto y del
amor Cristiano.
Génesis 1.26-30;
2.5, 7.18-22; 3; 9.6; Salmos 1; 8.3-6; 32.1-5; 51.5; Isaías 6.5; Jeremías 17.5;
Mateo 16.26; Hechos 17.26-31; Romanos 1.19-32; 3.10-18,23; 5.6,12,19; 6.6;
7.14-25; 8.14-18,29; 1 Corintios 1.21-31; 15.19,21-22; Efesios 2.1- 22;
Colosenses 1.21-22; 3.9-11.
IV.
Salvación
La salvación
implica la redención total del hombre, y se ofrece gratuitamente a todos los
que aceptan a Jesucristo como Señor y Salvador, quien por su propia sangre
obtuvo redención eterna para el creyente. En su sentido más amplio la salvación
incluye la regeneración, la justificación, la santificación, y la
glorificación. No hay salvación aparte de la fe personal en Jesucristo como
Señor.
A. Regeneración,
o el nuevo nacimiento, es una obra de la gracia de Dios por la cual los
creyentes llegan a ser nuevas criaturas en Cristo Jesús. Es un cambio de
corazón, obrado por el Espíritu Santo por medio de la convicción de pecado, al
cual el pecador responde en arrepentimiento hacia Dios y fe en el Señor
Jesucristo. El arrepentimiento y la fe son experiencias de gracia inseparables.
El arrepentimiento es una genuina vuelta del pecado hacia Dios. La fe es la
aceptación de Jesucristo y la dedicación de la personalidad total a Él como
Señor y Salvador.
B.
Justificación, es la obra de gracia de Dios y la completa absolución basada en
los principios de su gracia hacia todos los pecadores que se arrepienten y
creen en Cristo. La justificación coloca al creyente en una relación de paz y
favor con Dios.
C. Santificación
es la experiencia que comienza en la regeneración, mediante la cual el creyente
es separado para los propósitos de Dios, y es capacitado para progresar hacia
la madurez moral y espiritual por medio de la presencia del Espíritu Santo que
mora en él. El crecimiento en gracia debe continuar durante toda la vida de la
persona regenerada.
D.
Glorificación es la culminación de la
salvación y es el estado bendito y permanente del redimido.
Génesis 3.15;
Ëxodo 3.14-17; 6.2-8; Mateo 1.21; 4.17; 16.21-26; 27.22-28.6; Lucas 1.68-69;
2.28-32; Juan 1.11-14,29; 3.3-21,36; 5.24; 10.9,28-29; 15.1-16; 17.17; Hechos
2.21; 4.12; 15.11; 16.30-31; 17.30-31; 20.32; Romanos 1.16-18; 2.4; 3.23-25;
4.3 y sgts.; 5.8-10; 6.1-23; 8.1-18,29-39; 10.9-10,13; 13.11-14; 1 Corintios
1.18, 30; 6.19-20; 15.10; 2 Corintios 5.17-20; Gálatas 2.20; 3.13; 5.22- 25;
6.15; Efesios 1.7; 2.8-22; 4.11-16; Filipenses 2.12-13; Colosenses 1.9-22; 3.1
y sgts.; 1 Tesalonicenses 15.23-24; 2 Timoteo 1.12; Tito 2.11-14; Hebreos
2.1-3; 5.8- 9; 9.24-28; 11.1-12.8,14; Santiago 2.14-26; 1 Pedro 1.2-23; 1 Juan
1.6-2.11; Apocalipsis 3.20; 21.1-22.5.
V.
El
Propósito de la Gracia de Dios
La elección es
el propósito de la gracia de Dios, según el cual Él regenera, justifica,
santifica y glorifica a los pecadores. Es consistente con el libre albedrío del
hombre, e incluye todos los medios relacionados con el fin. Es la gloriosa
expresión de la bondad soberana de Dios, y es infinitamente sabia, santa e
inmutable. Excluye la jactancia y promueve la humildad.
Todos los
verdaderos creyentes perseveran hasta el fin. Aquellos a quienes Dios ha
aceptado en Cristo y santificado por su Espíritu, jamás caerán del estado de
gracia, sino que perseverarán hasta el fin. Los creyentes pueden caer en pecado
por negligencia y tentación, por lo cual contristan al Espíritu, menoscaban sus
virtudes y su bienestar, y traen reproche a la causa de Cristo y juicios
temporales sobre sí mismos; sin embargo, ellos serán guardados por el poder de
Dios mediante la fe para salvación.
Génesis 12.1-3;
Éxodo 19.5-8; 1 Samuel 8.4-7,19-22; Isaías 5.1-7; Jeremías 31.31 y sgts.; Mateo
16.18-19; 21.28-45; 24.22,31; 25.34; Lucas 1.68-79; 2.29-32; 19.41- 44:
24.44-48; Juan 1.12-14; 3.16; 5.24; 6.44-45,65; 10.27-29; 15.16; 17.6,12.17-
18: Hechos 20.32; Romanos 5.9-10; 8.28-29; 10.12-15; 11.5-7,26-36; 1 Corintios
1.1-2; 15.24-28; Efesios 1.4-23; 2.1-10; 3.1-11; Colosenses 1.12-14; 2 5
Tesalonicenses 2.13-14; 2 Timoteo 1.12; 2.10,19; Hebreos 11.39-12.2; Santiago
1.12; 1 Pedro 1.2-5,13; 2.4-10; 1 Juan 1.7-9; 2.19; 3.2.
VI.
La
Iglesia
Una iglesia del
Nuevo Testamento del Señor Jesucristo es una congregación local y autónoma de
creyentes bautizados, asociados en un pacto en la fe y el compañerismo del
evangelio; cumpliendo las dos ordenanzas de Cristo, gobernada por sus leyes,
ejercitando los dones, derechos, y privilegios con los cuales han sido
investidos por su Palabra, y que tratan de predicar el evangelio hasta los
fines de la tierra. Cada congregación actúa bajo el señorío de Jesucristo por
medio de procesos democráticos. En tal congregación cada miembro es responsable
de dar cuentas a Jesucristo como Señor. Sus oficiales escriturales son pastores
y diáconos. Aunque tanto los hombres como las mujeres son dotados para servir
en la iglesia, el oficio de pastor está limitado a los hombres, como lo limita
la Escritura.
El Nuevo
Testamento habla también de la iglesia como el Cuerpo de Cristo el cual incluye
a todos los redimidos de todas las edades, creyentes de cada tribu, y lengua, y
pueblo, y nación.
Mateo 16.15-19;
18.15-20; Hechos 2.41-42, 47; 5.11-14; 6.3-6; 14.23,27; 15.1-30; 16.5; 20.28;
Romanos 1.7; 1 Corintios 1.2; 3.16; 5.4-5; 7.17; 9.13-14; 12, Efesios 1.22-23;
2.19-22; 3.8-11,21; 5.22-32; Filipenses 1.1; Colosenses 1.18; 1 Timoteo 2.9-14;
3.1-15; 4.14; Hebreos 11.39-40; 1 Pedro 5.1-4; Apocalipsis 2-3; 21.2-3.
VII.
El
Bautismo y la Cena del Señor
El bautismo
cristiano es la inmersión de un creyente en agua en el nombre del Padre, del
Hijo, y del Espíritu Santo. Es un acto de obediencia que simboliza la fe del
creyente en un Salvador crucificado, sepultado y resucitado, la muerte del
creyente al pecado, la sepultura de la antigua vida, y la resurrección para
andar en novedad de vida en Cristo Jesús. Es un testimonio de su fe en la
resurrección final de los muertos. Como es una ordenanza de la iglesia, es un
requisito que precede al privilegio de ser miembro de la iglesia y a participar
en la Cena del Señor.
La Cena del
Señor es un acto simbólico de obediencia por el cual los miembros de la
iglesia, al participar del pan y del fruto de la vid, conmemoran la muerte del
Redentor y anuncian su segunda venida.
Mateo 3.13-17;
26.26-30; 28.19-20; Marcos 1.9-11; 14.22-26; Lucas 3.21-22; 22.19-20; Juan
3.23; Hechos 2.41-42; 8.35-39; 16.30.33; 20.7; Romanos 6.3-5; 1 Corintios
10.16,21; 11.23-29; Colosenses 2.12.
VIII. El Día del Señor
El primer día de
la semana es el Día del Señor. Es una institución cristiana que se 6 debe
observar regularmente. Conmemora la resurrección de Cristo de entre los muertos
y debe incluir ejercicios de adoración y devoción espiritual, tanto públicos
como privados. Las actividades en el Día del Señor deben estar de acuerdo con
la conciencia Cristiana bajo el Señorío de Jesucristo.
Éxodo 20.8-11;
Mateo 12.1-12; 28.1 y sgts.; Marcos 2.27-28; 16.1-7; Lucas 24.1- 3,33-36; Juan
4.21-24; 20.1,19-28; Hechos 20.7; Romanos 14.5-10; 1 Corintios 16.1-2;
Colosenses 2.16; 3.16; Apocalipsis 1.10.
IX.
El
Reino
El Reino de Dios
incluye tanto su soberanía general sobre el universo como su señorío particular
sobre los hombres que voluntariamente lo reconocen como Rey. Particularmente el
Reino es el reino de la salvación en el cual los hombres entran mediante su
entrega a Jesucristo por medio de una fe y confianza semejante a la de un niño.
Los Cristianos deben orar y trabajar para que venga el Reino y que la voluntad
de Dios se haga en la tierra. La consumación final del Reino espera el regreso
de Jesucristo y el fin de esta era.
Génesis 1.1;
Isaías 9.6-7; Jeremías 23.5-6; Mateo 3.2; 4.8-10,23; 12.25-28; 13.1- 52; 25.31-46;
26.29; Marcos 1.14-15; 9.1; Lucas 4.43; 8.1; 9.2; 12.31-32; 17.20- 21; 23.42;
Juan 3.3; 18.36; Hechos 1.6-7; 17.22-31; Romanos 5.17; 8.19; 1 Corintios
15.24-28; Colosenses 1.13; Hebreos 11.10,16; 12.28; 1 Pedro 2.4-10; 4.13;
Apocalipsis 1.6,9; 5.10; 11.15; 21- 22.
X.
Las
Últimas Cosas
Dios, en su
propio tiempo y en su propia manera, traerá el mundo a su fin apropiado. De
acuerdo a su promesa, Jesucristo regresará a la tierra en gloria de manera
personal y visible; los muertos resucitarán; y Cristo juzgará a todos los
hombres en justicia. Los injustos serán consignados al Infierno, el lugar del
castigo eterno. Los justos en sus cuerpos resucitados y glorificados recibirán
su recompensa y morarán para siempre en el Cielo con el Señor.
Isaías 2.4; Mateo
16.27; 18.8.9; 19.28; 24.27,30,36,44; 25.31-46; 26.64; Marcos 8.38; 9.43-48:
Lucas 12.40,48; 16.19-26; 17.22-37; 21.27-28; Juan 14.1-3; Hechos 1.11; 17.31;
Romanos 14.10; 1 Corintios 4.5; 15.24-28,35-58; 2 Corintios 5.10; Filipenses
3.20-21; Colosenses 1.5; 3.4; 1 Tesalonicenses 4.14-18; 5.1 y sgts. 2
Tesalonicenses 1.7 y sgts.; 2; 1 Timoteo 6.14; 2 Timoteo 4.1,8; Tito 2.13;
Hebreos 9.27-28; Santiago 5.8; 2 Pedro 3.7 y sgts. 1 Juan 2.28; 3.2; Judas 14;
Apocalipsis 1.18; 3.11; 20:1-22.13.
XI.
Evangelismo
y Misiones
Es deber y
privilegio de cada seguidor de Cristo y de cada iglesia del Señor Jesucristo
esforzarse por hacer discípulos de todas las naciones. El nuevo nacimiento del
espíritu del hombre por el Espíritu Santo de Dios significa el 7 nacimiento del
amor a los demás. El esfuerzo misionero de parte de todos, por lo tanto,
depende de una necesidad espiritual de la vida regenerada, y se expresa y
ordena repetidamente en las enseñanzas de Cristo. El Señor Jesucristo ha
ordenado que se predique el evangelio a todas las naciones. Es deber de cada
hijo de Dios procurar constantemente ganar a los perdidos para Cristo mediante
el testimonio personal apoyado por un estilo de vida Cristiano, y por otros
métodos que estén en armonía con el evangelio de Cristo.
Génesis 12.1-3;
Éxodo 19.5-6; Isaías 6.1-8; Mateo 9.37-38; 10.5-15; 13.18-30,37- 43; 16.19;
22.9-10; 24.14; 28.18-20; Lucas 10.1-18; 24.46-53; Juan 14.11-12; 15.7-8,16;
17.15; 20.21; Hechos 1.8; 2.; 8.26-40; 10.42-48; 13.2-3; Romanos 10.13-15;
Efesios 3.1-11; 1 Tesalonicenses 1.8; 2 Timoteo 4.5; Hebreos 2.1-3; 11.39-12.2;
1 Pedro 2.4-10; Apocalipsis 22.17.
XII.
Educación
El Cristianismo
es la fe de la iluminación y la inteligencia. En Jesucristo habitan todos los
tesoros de sabiduría y conocimiento. Todo conocimiento básico es, por lo tanto,
una parte de nuestra herencia cristiana. El nuevo nacimiento abre todas las
facultades humanas y crea sed de conocimiento. Por otra parte, la causa de la
educación en el Reino de Cristo está coordinada con las causas de las misiones
y de la beneficencia, y debe recibir juntamente con éstas el apoyo liberal de
las iglesias. Un sistema adecuado de educación Cristiana es necesario para
completar el programa espiritual del cuerpo de Cristo. En la educación
Cristiana debe haber un balance apropiado entre la libertad académica y la
responsabilidad académica. La libertad en cualquier relación humana ordenada es
siempre limitada y nunca absoluta. La libertad de un maestro en una institución
educacional Cristiana, escuela, colegio, universidad o seminario, está siempre
limitada por la preeminencia de Jesucristo, la naturaleza autoritativa de las
Escrituras, y por el propósito distintivo para el cual la escuela existe.
Deuteronomio
4.1,5,9,14; 6.1-10; 31.12-13; Nehemías 8.1-8; Job 28.28; Salmos 19.7 sgts.
119.11; Proverbios 3.13 y sgts.; 4.1-10; 8.1-7,11; 15.14; Eclesiastés 7.19;
Mateo 5.2; 7.2 y sgts.; 28.19-20; Lucas 2.40; 1 Corintios 1.18-31; Efesios
4.11-16; Filipenses 4.8; Colosenses 2.3,8-9; 1 Timoteo 1.3-7; 2 Timoteo 2.15;
3.14- 17; Hebreos 5.12-6.3; Santiago 1.5; 3.17.
XIII. Mayordomía
Dios es la
fuente de todas las bendiciones, temporales y espirituales; todo lo que tenemos
y somos se lo debemos a Él. Los Cristianos están endeudados espiritualmente con
todo el mundo, un encargo santo en el evangelio, y una mayordomía obligatoria
en sus posesiones. Por tanto, están bajo la obligación de servir a Dios con su
tiempo, talentos y posesiones materiales; y deben reconocer que todo esto les
ha sido confiado para que lo usen para la gloria de Dios y para 8 ayudar a
otros. De acuerdo con las Escrituras, los Cristianos deben contribuir de lo que
tienen, alegre, regular, sistemática, proporcional y liberalmente para el
progreso de la causa del Redentor en la tierra.
Génesis 14.20;
Levítico 27.30-32; Deuteronomio 8.18; Malaquías 3.8-12; Mateo 6.1-4,19-21;
19.21; 23.23; 25.14-29; Lucas 12.16-21,42; 16.1-13; Hechos 2.44-47; 5.1-11;
17.24; 25.20-35; Romanos 6.6-22; 12.1-2; 1 Corintios 4.1-2; 6.19-20; 12;
16.1-4; 2 Corintios 8-9; 12.15; Filipenses 4.10-19; 1 Pedro 1.18-19.
XIV. Cooperación
El pueblo de
Cristo debe, según la ocasión lo requiera, organizar tales asociaciones y
convenciones que puedan asegurar de la mejor manera posible la cooperación
necesaria para lograr los grandes objetivos del Reino de Dios. Tales
organizaciones no tienen autoridad una sobre otra ni sobre las iglesias. Ellas
son organizaciones voluntarias para aconsejar, para descubrir, combinar y
dirigir las energías de nuestro pueblo de la manera más eficaz. Los miembros de
las iglesias del Nuevo Testamento deben cooperar unos con otros en llevar
adelante los ministerios misioneros, educacionales y benevolentes para la
extensión del Reino de Cristo. La unidad Cristiana en el sentido del Nuevo
Testamento, es armonía espiritual y cooperación voluntaria para fines comunes
por varios grupos del pueblo de Cristo. La cooperación entre las denominaciones
Cristianas es deseable, cuando el propósito que se quiere alcanzar se justifica
en sí mismo, y cuando tal cooperación no incluye violación alguna a la
conciencia ni compromete la lealtad a Cristo y su Palabra como se revela en el
Nuevo Testamento.
Éxodo 17.12;
18.17 y sgts.; Jueces 7.21; Esdras 1.3-4; 2.68-69; 5.14-15; Nehemías 4; 8.1-5;
Mateo 10.5-15; 20.1-16; 22.1-10; 28.19-20; Marcos 2.3; Lucas 10.1 y sgts.;
Hechos 1.13-14; 2.1 y sgts.; 4.31-37; 13.2-3; 15.1-35; 1 Corintios 1.10-17;
3.5-15; 12;2 Corintios 8 y 9; Gálatas 1.6-10; Efesios 4.1-16; Filipenses
1.15-18.
XV.
El
Cristiano y el Orden Social
Todos los
Cristianos están bajo la obligación de procurar hacer que la voluntad de Cristo
sea soberana en nuestras propias vidas y en la sociedad humana. Los medios y
los métodos usados para mejorar la sociedad y para el establecimiento de la
justicia entre los hombres pueden ser verdadera y permanentemente útiles
solamente cuando están enraizados en la regeneración del individuo por medio de
la gracia salvadora de Dios en Jesucristo. En el espíritu de Cristo, los
cristianos deben oponerse al racismo, a toda forma de codicia, egoísmo, vicio,
a todas las formas de inmoralidad sexual, incluyendo el adulterio, la
homosexualidad y la pornografía. Nosotros debemos trabajar para proveer para
los huérfanos, los necesitados, los abusados, los ancianos, los indefensos y
los enfermos. Debemos hablar a favor de los que no han nacido y luchar por la
santidad de toda la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural.
Cada cristiano debe procurar hacer que la industria, el gobierno y la sociedad
como un todo estén regidos por los principios de 9 la justicia, la verdad y el
amor fraternal. Para promover estos fines los Cristianos deben estar dispuestos
a trabajar con todos los hombres de buena voluntad en cualquier causa, siendo
siempre cuidadosos de actuar en el espíritu de amor sin comprometer su lealtad
a Cristo y a su verdad.
Éxodo 20.3-17;
Levítico 6.2-5; Deuteronomio 10.12; 27.17; Salmos 101.5; Miqueas 6.8; Zacarías
8.16; Mateo 5.13-16,43-48; 22.36-40; 25.35; Marcos 1.29-34; 2.3 y sgts.; 10.21;
Lucas 4.18-21; 10.27-37; 20.25; Juan 15.12; 17.15; Romanos 12-14; 1 Corintios
5.9-10; 6.1-7; 7.20-24; 10.23-11-1; Gálatas 3.26-28; Efesios 6.5-9; Colosenses
3.12-17; 1 Tesalonicenses 3.12; Filemón; Santiago 1.27; 2.8.
XVI. Paz y Guerra
Es el deber de
todo cristiano buscar la paz con todos los hombres basándose en los principios
de justicia. De acuerdo con el espíritu y las enseñanzas de Cristo, ellos deben
hacer todo lo que esté de su parte para poner fin a la guerra. El verdadero
remedio al espíritu guerrero es el evangelio de nuestro Señor. La necesidad suprema
del mundo es la aceptación de sus enseñanzas en todas las relaciones de hombres
y naciones, y la aplicación práctica de su ley de amor. Las personas Cristianas
en todo el mundo deben orar por el reino del Príncipe de Paz.
Isaías 2.4;
Mateo 5.9,38-48; 6.33; 26.52; Lucas 22.36,38; Romanos 12.18-19; 13.1-7; 14.19;
Hebreos 12.14; Santiago 4.1-2.
XVII. Libertad Religiosa
Solamente Dios
es Señor de la conciencia, y Él la ha dejado libre de las doctrinas y de los
mandamientos de hombres que son contrarios a su Palabra o no contenidos en
ella. La iglesia y el estado deben estar separados. El estado debe protección y
completa libertad a toda iglesia en el ejercicio de sus fines espirituales. Al
proveer tal libertad ningún grupo eclesiástico o denominación debe ser
favorecida por el estado sobre otros grupos. Como el gobierno civil es ordenado
por Dios, es deber de los Cristianos rendirle obediencia leal en todas las
cosas que no son contrarias a la voluntad revelada de Dios. La iglesia no debe
recurrir al poder civil para realizar su obra. El evangelio de Cristo considera
solamente los medios espirituales para alcanzar sus fines. El estado no tiene
derecho a imponer penalidades por opiniones religiosas de cualquier clase. El
estado no tiene derecho a imponer impuestos para el sostenimiento de ninguna
forma de religión. El ideal cristiano es el de una iglesia libre en un estado
libre, y esto implica el derecho para todos los hombres del acceso libre y sin
obstáculos a Dios, y el derecho a formar y propagar opiniones en la esfera de
la religión, sin interferencia por parte del poder civil.
Génesis 1.27;
2.7; Mateo 6.6-7,24; 16.26; 22.21; Juan 8.36; Hechos 4.19-20; Romanos 6.1-2;
13.1-7; Gálatas 5.1,13; Filipenses 3.20; 1 Timoteo 2.1-2; Santiago 10 4.12; 1
Pedro 2.12-17; 3.11-17; 4.12.19.
XVIII. La Familia
Dios ha ordenado
la familia como la institución fundamental de la sociedad humana. Está
compuesta por personas relacionadas unas con otras por matrimonio, sangre o
adopción.
El matrimonio es la unión de un hombre y una mujer
en un pacto de compromiso por toda la vida. Es el don único de Dios para
revelar la unión entre Cristo y Su iglesia y para proveer para el hombre y la
mujer en el matrimonio un medio para compañerismo íntimo, el canal para la
expresión sexual de acuerdo a los patrones bíblicos, y los medios para la
procreación de la raza humana.
El esposo y la
esposa tienen el mismo valor delante de Dios, puesto que ambos fueron creados a
la imagen de Dios. La relación matrimonial modela la forma como Dios se
relaciona con su pueblo. Un esposo debe amar a su esposa como Cristo amó a la
iglesia. Él tiene la responsabilidad dada por Dios de proveer, proteger y
dirigir a su familia. Una esposa debe someterse con gracia al liderazgo como
siervo de su esposo, así como la iglesia se sujeta voluntariamente a la
dirección de Cristo. Ella, siendo creada a la imagen de Dios como lo es su
marido, y por tanto igual a él, tiene la responsabilidad dada por Dios de
respetar a su marido y servirle de ayuda en la administración del hogar y la
educación de la próxima generación.
Los niños, desde
el momento de la concepción, son una bendición y herencia del Señor. Los padres
deben demostrar a sus hijos el modelo de Dios para el matrimonio. Los padres
deben enseñar a sus hijos los valores espirituales y morales, y dirigirlos,
mediante el ejemplo de un estilo de vida consistente y una disciplina amorosa,
para que hagan decisiones basadas en la verdad bíblica. Los hijos deben honrar
y obedecer a sus padres.
Génesis 1.26-28;
2.15-25; 3.1-20; Éxodo 20.12; Deuteronomio 6.4-9; Josué 24.15; 1 Samuel
1.26-28; Salmos 51.5; 78.1-8; 127; 128; 139.13-16; Proverbios 1.8; 5.15- 20;
6.20-22; 12.4; 13.24; 14.1; 17.6; 18.22; 22.6,15; 23.13-14; 24.3: 29.15,17;
31.10-31; Eclesiastés 4.9-12; 9.9; Malaquías 2.14-16; Mateo 5.31-32; 18.2-5;
19.3-9; Marcos 10.6-12; Romanos 1.18-32; 1 Corintios 7.1-16; Efesios 5.21-33;
6.1-4; Colosenses 3.18-21; 1 Timoteo 5.8,14; 2 Timoteo 1.3-5; Tito 2.3-5;
Fuente original. Usted podrá descargar, en formato
PDF, el documento de “Fe y Mensaje Bautista” en el siguiente link: http://www.sbc.net/pdf/translate/spanish/TheBaptistFaithAndMessage.pdf
http://www.sbc.net/bfm/bfm2000span.asp
Copyright © 1999-2002, Southern Baptist Convention
All Rights Reserved.
Comentarios
Publicar un comentario