Del crecimiento de las iglesias, del movimiento apostólico y el supermercado de la fe
En el seminario al cual asistía, durante las clases de
iglecrcimiento, se discutió la idea y se reflexionó sobre aquel concepto
(iglecrecimiento) y su conexión con este movimiento (movimiento apostólico).
Creo que no se observo ni con el rigor ni con la profundidad que se debe, pues
mucho del pensamiento “filosófico” del neopentecostalismo (Entiendase aquí neopentecostalismo
como el segmento evangélico donde se enmarca el movimiento apostólico), se
encuentra enraizado en el denominado pensamiento
positivo. El pensamiento positivo como movimiento es distintivamente
estadounidense y se origino en el siglo XIX. En este sistema de ideas sus
pregoneros creen en el progreso (principalmente en el progreso individual) y
destaca grandemente el papel del pensamiento en la “creación” del bienestar
material. Esta filosofía ha influenciado grandemente el movimiento carismático
evangélico de palabra de fe, y que hoy vemos en prácticas tan habituales como
declarar y decretar cosas en nombre de Dios y creer que por este hecho lo que
pensamos y decimos (declaramos) debe suceder. Al ser un movimiento, encontramos
esta práctica en diferentes denominaciones y se pone gran énfasis en que el
creyente obtendrá todo lo que desea al “confesarlo por medio de la palabra de
fe”.
Desde mi punto de vista el crecimiento exponencial
de este tipo de iglesias se debe principalmente a una oferta exagerada de
sanidad, prosperidad y bienestar económico y, podríamos mencionar también, la
oferta de posicionamiento social (Serán reyes, serán cabeza y no cola, serán
grandes empresarios, etc).
Al acercarnos a sus argumentos sobre el crecimiento
de sus congregaciones, comúnmente, ellos se apoyan en la idea del desarrollo y
ejercicio de “todos” los dones, “todos” los ministerios y a la “gran fe” que
ellos y sus líderes tienen en Dios. En mi observación y experiencia he notado
que detrás del argumento de los dones, los ministerios, la fe y el poder de
Dios, se encuentran las ideas del poder
de la mente, la visualización mental
y el auto-convencimiento o programación neurolingüística de que
las cosas sucederán. El gran énfasis en este mover es, en el fondo, el pseudo poder
de la mente para librarse de la enfermedad, y el pensamiento positivo para
obtener salud y prosperidad material. De importancia suprema son, el uso y
abuso, de los textos bíblicos (usados sin una exegesis básica y manipulados fuera
de contexto) que hablan de salud física y prosperidad financiera. De gran
importancia también lo son las palabras: fe, decretar, confesar y todas su
conjugaciones. Algunos maestros de este evangelio han llegado a enseñar que se
puede doblegar la voluntad de Dios “obligándolo”
a obrar a favor de aquellos que ejercen con autoridad este tipo de fe. Todo
esto forma parte del cuerpo doctrinal (por llamarlo de alguna manera) de la tan
controversial teología de la prosperidad.
La tan atrayente cultura del “sueño americano” donde
el fin es alcanzar riqueza y bienestar, y que durante el siglo XX, y a través
de medios como la televisión ah permeado toda la vida de occidente, ve su
conexión con la fe en la denominada; teología de la prosperidad. Esta teología
no es más que la conformidad del desarrollo cultural del denominado sueño
americano que tristemente hoy vemos personificado en gente común y corriente, en
comunidades y construcciones culturales materialistas, individualistas y
consumistas, las cuales son el centro de atracción de los estudios sociológicos
de mercado con el único fin de crear necesidades falsas para vender productos
(no) necesarios y obtener grandes ganancias. Como paralelo a lo anterior, es
triste para mí, observar que las técnicas de marketing y el estudio del
comportamiento de mercado y masas muchas veces tienen gran cabida en el
iglecrecimiento, y tengo la sensación de que esta tendencia está en aumento al
hacer uso de estas técnicas al mismo nivel de autoridad que las Escrituras o
simplemente relegándolas a un segundo lugar. En esta teología se confunde el
concepto de ser pertinente con ser llamativo-entretenido. Cada vez, con mayor
intensidad, vemos que los ministerios de iglesias enfocan sus fuerzas en hacer
cultos y predicaciones entretenidas y cortas en donde (principalmente los no
creyentes) pasen un buen tiempo. El punto en cuestión no es pasar “un buen
tiempo” (no hay nada de malo en pasar un buen tiempo), sino en el enfoque central de esto y otras
comodidades que las personas buscan y que en reiteradas ocasiones la iglesia
está dispuesta a entregar cual vendedor, esto muchas veces en desmedro de la
calidad de la correcta enseñanza. Hoy pareciera que la cultura del mercadeo, la
entretención y el bienestar individual son la nueva religión occidental,
ejemplo de ello lo vemos en el fervor de los mundiales de futbol o la Copa
América y quienes en nombre del estatus, bienestar y la entretención estaban
dispuestos a cancelar entradas con valores exorbitantes.
El enfoque antropocéntrico (Hombre-céntrico y no
Cristo-céntrico) de las políticas de iglecrecimiento de muchas iglesias, puede
ser una prueba de que la cultura y las demandas individualistas de entretención
y bienestar son ya parte de muchas iglesias cristianas formando así una especie
de sincretismo religioso entre la fe evangélica y la “religión” cultural del
consumismo, dañando así la ortodoxia teológica cristiana.
A.W. Tozer hablando sobre lo anterior (entretención
y demandas del publico) dijo “Muchas
iglesias estos días se han convertido en poco más que teatros de mala muerte
donde “productores” de quinta categoría tratan de rebuscárselas con sus ofertas
mediocres, ya que cuentan con la aprobación plena de líderes evangélicos que
hasta son capaces de citar algún texto bíblico para defender su delincuencia. A
duras penas algún hombre se atreve a levantar su voz contra tal atrocidad.”
Claramente, para mí, el hablar de iglecrecimiento al
estilo (pseudo) “apostólico” es hablar (en la generalidad) de manipulación a
las personas, de teología de la prosperidad, de una exegesis distorsionada que
ve a un Jesús multimillonario dueño de una gran parcela o fundo en la antigua
palestina, que vestía con ropa de lujo y que manejaba grandes sumas de dinero.
También es hablar de un evangelio de ofertas en el cual todos deben declarar y
decretar salud física y prosperidad material, es hablar que la pobreza es una
maldición debido al pecado personal y no debido al contexto socio-cultural y
otras variantes que pueden afectar la economía de una, miles o millones de
personas.
Este atrayente evangelio de la codicia que apela
tanto a nuestras emociones como a nuestra construcción cultural debe ser
combatido con firmeza. La avaricia egoísta, la mentalidad de supermercado, la
opulencia y la prosperidad individualista no pueden ser aceptadas en nuestras
iglesias hoy.
Como puntos apartes en esta discusión, solo
mencionare que la mayor herejía de este movimiento ha sido asegurar que cada
creyente es un dios; su mayor pecado es hacer de la fe un supermercado de
consumo, y que la mayor exposición popular-secular de este movimiento la vemos
publicada en el famoso libro “El secreto”.
Jesús lápida esta idea de iglesia y de sociedad de
consumo diciéndonos: “Manténganse atentos y cuídense de toda avaricia, porque la vida del
hombre no depende de los muchos
bienes que posea.” (Luc. 12:15)
Por David Muggioli C.
*Fotografía tomada y modificada por mi.
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